Era otra aburrida mañana de verano. Ion salió a su expedición diaria en el jardín de su casa cuando de repente tropezó y cayó a, un surco que no recordaba que estuviera allí. Mientras intentaba descubrir la existencia de ese surco no se había percatado de que estaba cayendo, caía y caía y en ese mismo instante como de la nada apareció una mujercilla con el pelo canoso y muy alborotado.
-Hola- dijo la mujercilla- tu debes de ser Ion ¿no?
-sí,- respondió Ion anonadado- y tu eres...
-!Manuela¡- dijo la mujercilla- me llamo manuela.
-Oye, ¿tu me podrías decir a donde lleva este pozo sin fondo?- pregunto intrigado, por que a todo esto, ellos seguían cayendo.
-No, nadie lo sabe. ¿tu eres nuevo en esto no?
-S...
-¡Me lo suponía!-dijo Manuela sin dejar terminar a Ion- ¿Tu vienes del mundo extintor no?
-¡Querraas decir del mundo exterior!- dijo ion muy sorprendido.
-No, lo que quería decir era del mundo extintor.
-Bueno pues lo que tú digas- dijo Ion bastante enfadado, por que lo que más odiaba en el mundo era que le llevasen la contraria.
Como por arte de magia y junto a las típicas miles de chispitas Manuela desapareció y en su lugar apareció un precioso gato siamés de ojos color miel y pelo negro que no paraba de repetir una y otra vez lo mismo:
Tres tristes trigos comen tigres en un trigal, un trigo, dos trigos, tres trigos...
Después de tanta paranolla Ion prefirió cerrar los ojos y no pensar en nada.
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